Cuando hablan los espíritus. Gimeno, Corbetta y Savall – 2010 - Parapsicología de Investigación

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Cuando hablan los espíritus. Gimeno, Corbetta y Savall – 2010
Curar a Eva

El 26 de julio de 1952 moría en Buenos Aires María Eva Duarte, la esposa del entonces presidente de la república Juan Domingo Perón y “jefa espiritual de la Nación”, según el título que había recibido en su último cumpleaños, ante una multitud que se apretujaba para saludarla, temiendo su próximo fin. Había nacido como hija ilegítima treinta y tres años antes en la zona rural de Los Toldos, provincia de Buenos Aires. En 1935 llegaba a la Capital para iniciar su carrera de actriz, logrando protagonizar algunos radioteatros y películas; pero su vida cambiaría al conocer al hombre con quien se casaría en 1945, dedicándose de lleno a la acción social. En pocos años se convertiría en la mujer más querida de la Argentina, en la “abanderada de los humildes”.

El primer signo público de su enfermedad apareció el 9 de enero de 1950, cuando sufrió un desmayo durante un acto en el sindicato de taxistas. El día 13 la Subsecretaría de Informaciones anunciaba que estaría internada para realizarse una operación de apendicitis, pero en realidad el fin era la extracción de tejidos para efectuar una biopsia. A pesar del silencio oficial posterior, se instaló la idea de que “Evita”, como la llamaban sus seguidores, sufría de un mal incurable, que la hacía aparecer cada vez más pálida y delgada en los actos masivos a los que asistía.

La religiosidad popular respondió organizando distintas ceremonias destinadas a conseguir su restablecimiento, como misas, novenas o cadenas de oración, todas de acuerdo al rito de la Iglesia Católica, mayoritario entre la población. También se sumaban otros sectores, entre los que se incluía el espiritismo, integrado por obreros e inmigrantes de condición humilde que habían sido beneficiados por las políticas populistas del gobierno, y por las donaciones que llegaban desde la Fundación que presidía y llevaba el nombre de la primera dama.

Para entonces, en la sociedad espiritista Dios y Progreso de la Ciudad de Buenos Aires, se ponía en marcha un original proyecto. La idea había surgido durante una sesión general en la que una vidente había declarado: “Veo la figura de un ser sentado escribiendo en un libro, rubio de cabello medio largo, aspecto algo encorvado, con ropaje parecido al de la época de [Cristóbal] Colón, escribe y mira sonriéndome” (1). Cuando se le solicitó que indagara sobre la identidad del personaje, le surgió instintivamente el nombre de Kant, y pudo observar que “la figura inclina su libro y se puede leer en letras bien grandes: ‘Indagar sobre la génesis del alma’” (2). Consultada la presidente y médium principal, Madroña González Sáez de Ibarra, decidió organizar sesiones especiales, que se llevaron adelante durante más de dos años, en las que se documentaron una serie de fenómenos infrecuentes en el espiritismo argentino, que incluían nada menos que una particular terapia espiritual para curar a Eva Perón.

El domingo 9 de septiembre de 1951, después de hacer tiptología por medio de la mesa y recibir comunicaciones de varios familiares fallecidos de los asistentes, se presentaba el guía dando algunos golpes en la mesa en forma separada para hacerse identificar. Luego incorporó en la Sra. de Ibarra diciendo: “Yo soy un espíritu que tanto puedo ser bueno como puedo ser malo, tanto puedo dar pruebas como puedo evitarlas o no darlas, tanto puedo darlas como burlarme de vosotros. Yo soy Cab-dar”. Después de asegurar su asistencia regular, llegaron las promesas: “Vamos a emprender trabajos sorprendentes, puedo transportar (3) junto con la ayuda de otros seres espirituales amigos u otros afines contemporáneos, puedo provocar la voz directa, escuchareis sin ser de aliento material, podéis llegar a ver materializados a los espíritus y hasta podréis verlos y palparlos (…). Emprenderemos trabajos juntos para maravilla vuestra y alegría nuestra –alentándolos, ya que– Uds. no saben que [ésta] es la única sociedad de la República Argentina en que se pueden provocar distintos tipos de fenómenos” (4).

Mientras tanto, la salud de Eva Perón seguía siendo la preocupación principal de sus “descamisados”. El 22 de agosto, demacrada enfrentaba a una multitud de más de medio millón de personas reunidas frente al Ministerio de Salud, quienes le pedían que aceptara ser candidata a vicepresidente en las elecciones de noviembre, secundando a su esposo que intentaría la reelección.

Nueve días después anunciaba en un discurso radial que renunciaba a su postulación sin dar ningún argumento preciso, aunque todos entendían que la causa era que no podría completar su mandato de seis años. El 28 de septiembre se conocía el diagnóstico oficial, en concordancia con la consigna del gobierno de ocultar su verdadera enfermedad. Ese día se produjo una multitudinaria concentración en Plaza de Mayo para oponerse a un intento fallido de golpe de Estado, a la que no asistió Eva Perón. En un comunicado se aseguraba que estaba padeciendo una leve anemia producida por el exceso de trabajo, y que era tratada con transfusiones de sangre y reposo.

Al día siguiente se realizó en Dios y Progreso una reunión especial por la salud de Eva Perón. Luego de que Cab-dar se identificara por el código de golpes habitual, “la Sra. de Ibarra siente fuerte dolor en ojo izquierdo y le intuyen el nombre de Isabel. Constatándose que la Sra. Isabel madre del Sr. Dagostino, tiene enfermo dicho ojo, y se encuentra bajo control médico” (5). A continuación la médium incorporó al doble de Eva Perón, para que los espíritus guías pudieran realizar el tratamiento (6): “La hermana Ibarra comienza a sentirse envuelta y la mesa se inclina para que la médium tome ubicación sobre ella, quedando acostada boca arriba comenzando el abdomen y torso a hincharse y sacudirse convulsionados; la médium comienza a emitir quejidos por los fuertes dolores que siente, los que se prolongan por espacio de algunos minutos”. Después el espíritu de el abuelo incorpora para detallar: “Estoy trabajando sobre el páncreas de la paciente, que es lo que provoca la insuficiencia de glóbulos rojos en la sangre. Es el páncreas que no funciona bien, hay gran disminución de glóbulos rojos, en cambio los glóbulos blancos son muchísimos y devoran a los rojos. Estoy tratando de llevar las moléculas sanas de esta materia y por intermedio de ella las que puedo sacar de todos vosotros para inocularlas en la paciente (…), estamos viendo las partes genitales donde encontramos también afección, sobre todo del lado derecho” (7).

Luego de un descanso, la Sra. de Ibarra tiene la visión de que apartan ciertos frascos de al lado de la paciente por considerarlos innecesarios. Se le pregunta a la mesa si eso es correcto y contesta con un golpe, que significa que sí. Vuelve a contestar de la misma manera para confirmar otra videncia que asegura que “el foco principal causante de la destrucción de la sangre está en la tintura para el cabello, que contiene nitrato de plata. –Por último– se le indaga a la mesa que dé por golpes cuántos días tardará en levantarse. Contestando la mesa con 18 golpes, correspondiente así al día 17 de octubre para que se levante” (8).

El diagnóstico médico que se mantenía como secreto de Estado era el conseguido tras la biopsia realizada a principios de 1950, que figuraba como perteneciente a otra persona. Tenía el membrete del Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento y el informe era contundente: se trataba de un cáncer de cuello uterino muy agresivo y de mal pronóstico, ya que se predecía la aparición de metástasis, algo que seguramente estaba ocurriendo, teniendo en cuenta los tratamientos de radioterapia que se le administraban a la enferma en distintas partes del cuerpo.

Pero todo esto era conocido sólo por un reducido círculo íntimo. En las calles y en las iglesias seguían los ruegos, y en la sociedad Dios y Progreso aún quedaban dos sesiones para completar el tratamiento, realizadas el 6 y el 14 de octubre, en las que la médium debió sufrir nuevamente fuertes dolores, que el abuelo explicaba así: “Estoy trabajando sobre las partes genitales, encuentro el ovario derecho con adherencias del apéndice. El páncreas está aún congestionado aunque anda bastante mejor, pero nosotros lo mejoraremos más. Es un tratamiento largo, muy largo, y si vosotros no os cansáis y colaboráis, la sacaremos adelante” (9), volviendo a confirmar la fecha en que la enferma podría levantarse.

El 17 de octubre de 1951 se festejó como todos los años el Día de la Lealtad, la máxima fiesta del partido gobernante. Eva Perón, después de permanecer veinticuatro días en cama, saludaba con los brazos en alto desde el balcón, con un trajecito gris y su característico pelo teñido de rubio y recogido con un rodete. Todo fue alegría en la plaza, y el día siguiente fue declarado Santa Evita en lugar del ya clásico San Perón de otros años. Pero la situación era muy distinta para los que estaban cerca de ella. Se la veía notoriamente deteriorada, pudiendo terminar su discurso sólo gracias a que su marido la sostuviera por la cintura desde atrás, y a las dosis extra de morfina aplicadas por el ministro de educación, Dr. Raúl Mendé. Aludiendo a sus problemas y presagiando el final, se la escuchó decir a sus “grasitas”, como gustaba llamar cariñosamente a sus partidarios: “Les agradezco, por fin, compañeros todo lo que ustedes han rogado por mi salud. Se los agradezco con el corazón. Espero que Dios oiga a los humildes de mi Patria para volver pronto a la lucha y poder seguir peleando con Perón, por ustedes y con ustedes hasta la muerte” (10).

El 3 de noviembre se produjo una nueva sesión especial. Ante la presencia de el abuelo, se le pide un saludo como él sabe hacer y la mesa se inclina hacia la Sra. de Ibarra, quedando en perfecto equilibrio sobre una sola pata durante aproximadamente un minuto. Luego se desarrolló el siguiente diálogo a través de la mesa: “Abuelo ¿qué nos dice de la Sra. de Perón, tendrán que operarla irremediablemente? = SÍ. ¿Si la operan se pondrá bien? = SÍ. ¿El mal está en la matriz? = SÍ. –Para en la segunda parte de la sesión completar:– ¿Va a tardar mucho tiempo en reponerse del todo? = SÍ. Si son días un golpe, si son meses dos golpes, y años tres golpes = Da dos golpes con la pata de la mesa. ¿Cuántos meses? = TRES” (11). Al retirarse el abuelo, se incorpora un ser en la Sra. de Ibarra que dice: “¡Buenas noches hermanos! Siempre se produce lo más inesperado. Pues bien, del monte de los olivos, del propio monte, os traigo olivos (12). Ya veis como sabemos producir fenómenos que todos los presentes habéis constatado” (13).

Los acontecimientos se precipitaron de acuerdo a lo previsto por el abuelo. El 5 de noviembre el famoso oncólogo norteamericano George Pack operaba a Eva Perón en el Hospital de Avellaneda. Posteriormente advertía que si la paciente mantenía reposo absoluto durante seis a doce meses se podría prolongar su vida, aunque agregaba que su salud era muy endeble. El 11 de noviembre en todos los diarios podía verse la fotografía de Eva votando desde su cama, en las primeras elecciones que participaban las mujeres, gracias a una ley que ella había impulsado.

La enfermedad siguió adelante. En abril de 1952 llegó a pesar sólo treinta y ocho kilos, mientras seguía trabajando desde la residencia presidencial, entonces ubicada en la avenida del Libertador y Austria. El 4 de junio se produjo su última aparición pública, con motivo de la segunda asunción de Juan Perón a la presidencia. Gracias a un ingenioso corsé de yeso y alambre que se ocultaba debajo de su tapado de piel, Eva pudo hacer el recorrido en un auto descapotado, saludando de pie hasta la Casa de Gobierno; aunque al llegar se le debió aplicar una nueva inyección de calmantes para que pudiera presenciar la ceremonia, apoyada disimuladamente en una silla a modo de bastón.

Las esperanzas de una cura se alejaban. La enferma permanecía todo el día en cama, soportando enérgicos dolores. “Su habitación en el primer piso tenía dos ventanales orientados hacia los jardines que daban sobre la avenida del Libertador (…). El cuarto era amplio, y sobre una de las paredes un Cristo del Corcovado, repujado en plata negra, reforzaba el dolorido clima reinante” (14). Repasaba los borradores de su próximo libro y ya había comenzado a regalar efectos personales entre sus colaboradores: Parecía que sólo era cuestión de esperar. El 8 de mayo de 1952, un día después de su cumpleaños, se animó a asistir como madrina al casamiento del cantante de boleros Daniel Adamo, pero sufrió un nuevo desmayo durante la fiesta.

Entre los espiritistas el ánimo no era mejor. El plazo de tres meses anticipado por el abuelo para el restablecimiento había vencido en febrero y no se observaban mejorías. Durante la sesión del 14 de julio las videncias coincidían con los presagios de la gente en la calle: “García dice: veo un velatorio muy grande, muy grande. Sra. de Ibarra: veo la casa de gobierno. Srta. Losada: veo esta casa u otra así y una habitación con puertas altas a los costados y en el medio un cajón con un Cristo grande en la cabecera. García: exactamente. Veo un ser enfermo que dice llorando ¡Hasta cuándo… hasta cuándo mi señor, hasta cuándo!” (15).

El 18 de julio la enferma entró en coma, y así permaneció hasta que la noche del 26 se anunció su fallecimiento por cadena nacional. El velatorio duró dos semanas, durante el cual quinientas mil personas desfilaron delante del féretro ubicado en la Secretaría de Trabajo y Previsión, desafiando el clima frío y lluvioso que se asociaba con el dolor. El 9 de agosto se produjo la procesión más grande que se halla visto en la Argentina. Dos millones de personas salieron a darle el último saludo, durante el recorrido que sus restos hicieron hasta el Congreso, donde se le brindó el homenaje oficial.

Una semana después, el abuelo debió comparecer ante el entristecido grupo. Uno de sus miembros se atrevió a reclamar: “Si mal no recuerdo, fue en el mes de octubre del año pasado cuando usted nos dijo que querían producir el fenómeno, y que iba viento en popa, lo interpretamos como que se sanaría, pero ahora Ud. nos dice otra cosa que yo no entiendo”. La respuesta no se hizo esperar, aunque pareció forzada para capitalizar como un logro la reciente pérdida: “Nosotros provocamos el fenómeno que habéis visto en estos días. Su obra material sobrepasó las fronteras de esta nación, pero era necesario provocar el fenómeno de la multitud –refiriéndose al extraordinario velatorio– para que tuviera resonancia mundial y repercutiera en todos los ámbitos, para que la República Argentina irradie su propia luz” (16).

El inquisidor pareció satisfecho con la explicación, retomando su tono de modestia: “Cuántas cosas juzgamos equivocadamente Abuelo, pero que Uds. nos perdonan porque conocen nuestras imperfecciones, y cuántas sorpresas recibimos después. Hoy es un día memorable para mí. Primero se hizo presente mi madre, con comprensión y luz, traída por Uds. Después el fenómeno de la luz que se apagó y se encendió sin que sepamos cómo. Y finalmente lo que acaba de aclararnos sobre ese fenómeno de la multitudes congregadas con un mismo deseo, soportando lluvias y fríos durante tantas horas y que muchos de nosotros no nos explicábamos, pero que ahora comprendemos y está tan claro” (17).

El cuerpo de Eva Perón fue depositado en el segundo piso de la Confederación General del Trabajo, acondicionado como laboratorio y despacho del Dr. Pedro Ara, encargado del embalsamamiento. Frente al hall de la planta baja se construyó un monolito con su imagen y una gran cruz, que se mantenía siempre cubierta de flores. El trabajo admirable del taxidermista consiguió que el cuerpo pareciera dormido. Conservaba su aspecto y colores naturales, y los visitantes aseguraban que seguía infundiendo esa mezcla de temor y admiración que despertara en vida.

Parecía viva, pero no podía gesticular como sabía hacerlo desde el balcón, ni podía arengar a los fanáticos con su palabra vibrante y altiva. Era sólo una muñeca perfecta. Sin embargo muy cerca de allí un pequeño grupo de espiritistas conseguiría lo que tantos anhelaban en vano. El 2 de noviembre de 1952, el día de los muertos, desfilaron durante la sesión especial algunos viejos conocidos ya desencarnados. Hasta que un espíritu anunció que “ahora vendrá alguien por esta médium que si mucho hizo en su vida material, más hará como espíritu”. La médium, que no era otra que la Sra. de Ibarra, se puso de pie, levantó los brazos y su voz oscura se hizo de pronto resplandeciente y nerviosa, para gritar: “¡Mis grasitas!… ¡Mis grasitas! ¡Mis descamisados! ¡Mi Pueblo! Mi general, no me los olvide. ¡Mi pueblo! ¡Mis descamisados!” (18).

El segundo mandato de Juan Perón no llegaría a su fin. La ausencia de Eva quebraría la mística del movimiento peronista, y la crisis económica iniciada en 1951 haría el resto. La conspiración siguió su marcha, hasta que el 16 de septiembre de 1955 un golpe de Estado derrocó al gobierno democrático, terminando abruptamente un proyecto de cambio que había durado una década. Una de las medidas paradigmáticas del nuevo régimen fue el ocultamiento del cadáver de Eva Perón, que permaneció en un cementerio de Milán, en Italia, bajo un nombre falso hasta 1971.

* * *

El papanicolau es un procedimiento para detectar precozmente el cáncer de cuello uterino, que permite que el noventa y cinco por ciento de los casos pueden ser tratados y curados; fue descubierto por el médico griego Giorgios Papanicolau y empezó a aplicarse desde 1940.

La historia contrafactual, que tiene su correlato en la ciencia ficción con las ucronías, es el resultado de un ejercicio mental que intenta imaginar el futuro a partir de premisas que nunca ocurrieron, respondiendo a la pregunta: ¿Qué hubiera pasado si…?

Una de las ucronías más tentadoras y difíciles de resolver en la Argentina es conjeturar qué hubiera ocurrido si Eva Perón no hubiese muerto tan joven; si hubiese conocido el beneficio del papanicolau, o si los espíritus hubiesen preferido su restablecimiento antes que el fenómeno de millones de personas sufriendo debajo de la lluvia en las calles de Buenos Aires.

Referencias

(1) Comisión de Estudios Medianímicos. Sociedad de Estudios Psicológicos Dios y Progreso, Actas de Sesiones, p. 1.
(2) Comisión de Estudios Medianímicos. Op. Cit. p. 2.
(3) Se refiere a conseguir el fenómeno de aporte.
(4) Comisión de Estudios Medianímicos. Op. Cit. p. 10.
(5) Comisión de Estudios Medianímicos. Op. Cit. p. 16.
(6) Algunos espiritistas aceptan que un médium de posesión no sólo incorpore espíritus de fallecidos, sino en ocasiones especiales también el periespíritu de personas vivas.
(7) Comisión de Estudios Medianímicos. Op. Cit. p. 19.
(8) Comisión de Estudios Medianímicos. Op. Cit. p. 20.
(9) Comisión de Estudios Medianímicos. Op. Cit. p. 30.
(10) Perón, Eva. Discursos Completos 1949 -1952, 2° Tomo. Buenos Aires: Editorial Megafón, 1986, p. 366.
(11) Comisión de Estudios Medianímicos. Op. Cit. p. 36-37.
(12) Se trataba de una variedad de aporte, en donde el objeto era perfume de olivo.
(13) Comisión de Estudios Medianímicos. Op. Cit. p. 38.
(14) Borroni, Otelo y Vacca, Roberto. Los Últimos Días de Eva Perón. www.magicasruinas.com.ar/revdesto015a. htm, 3 de enero de 2010.
(15) Comisión de Estudios Medianímicos. Op. Cit. p. 49-50.
(16) Comisión de Estudios Medianímicos. Op. Cit. p. 57.
(17) Comisión de Estudios Medianímicos. Op. Cit. p. 57-58.
(18) Comisión de Estudios Medianímicos. Op. Cit. p. 60.
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